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Ponemos El Corazón Siempre
1. Las expectativas insatisfechas
A veces somos conscientes de ello y otras veces no, pero todos nosotros –explica Jantz– tenemos una serie de expectativas de cara a nuestra vida y a nuestro futuro. También las tenemos de cara a los demás: cómo deben actuar, cómo deben tratarnos. Algunas de esas expectativas se satisfacen a lo largo que pasan los años, pero otras no.
Debemos mantener un equilibrio sano entre tener ilusión y esperar cosas de los demás Tenerlas es una importante parte de la vida que ayuda a mantener nuestras relaciones y a que tengamos ilusión por el porvenir. Las expectativas, y las ganas de satisfacerlas, nos hacen ser exigentes con nosotros mismos y con los demás, y contribuye a que nuestras relaciones personales sean saludables.
No obstante, no debemos condicionar nuestra felicidad a esas expectativas. Muchas de ellas son ajenas a nuestro control, de modo que volcar en ellas nuestra satisfacción personal puede resultar muy frustrante. Así, debemos mantener un equilibrio sano entre tener ilusión y esperar cosas de los demás, sin que el incumplimiento de esas ilusiones suponga una total desazón para nosotros.
2. Llevar la cuenta
No tiene sentido aferrarse a un rencor o a un recuerdo negativo cuando las cuentas ya se han saldado y ya nos han pedido perdón. No se trata de compararse continuamente con los demás y llevar la cuenta de lo que nos han hecho o nos han dejado de hacer.
Para librarnos de los rencores, que nos hacen profundamente infelices, debemos centrarnos en otros pensamientos más positivos y más sanos. Jantz propone los siguientes:
- Las acciones de la persona que nos ha ofendido no eran una cosa personal, en realidad su actuación es fruto de sus propios dolores e inseguridades.
- Cada cual actúa del mejor modo posible según su situación y sus circunstancias vitales.
- No vale la pena seguir regodeándose.
- A parte de lo que no me gusta de ella, ¿qué hay en esta persona que admiro y aprecio?
Es verdad que en un principio estos comentarios nos parecerán forzados y no tendrán nada que ver con los sentimientos reales que tenemos de cara a la persona que nos ha decepcionado. Por eso es importante poner una atención consciente en ellos: sólo el hecho de querer pensar bien y no mal es un paso fundamental que nos aproxima al perdón sin rencores.
3. El estrés
Solemos percibir que la presión a la que estamos sometidos en nuestro día a día proviene de una fuente externa. Tanto en casa como en el trabajo nos hacemos responsables de las expectativas emocionales y físicas de los demás. Sin embargo, en muchísimos casos el estrés que sentimos está más bien relacionado con las expectativas que nosotros mismos tenemos sobre nuestra persona.